La vegetación del Caribe, exuberante y viva, refleja la luz ardiente del sol como un espejo en constante movimiento. Cada rama parece trazar con delicadeza una pincelada en el aire, mientras las palmas y arbustos se extienden hacia el mar, arrastrándose sobre la arena caliente. Dejan caer frutos de formas hipnóticas, casi irreales, como si la naturaleza misma jugara con la geometría.
Inspirados por este paisaje, ensamblamos a mano un collar de silueta ligera y respetuosa, uniendo semillas con fragmentos de nácar que evocan la pureza del entorno tropical. Al centro, un dije singular: una púa de asta engarzada en un capuchón de bronce enchapado en oro de 18 quilates, que corona la pieza con una presencia poderosa.
PRE ORDER: esta pieza ingresa la semana del 22 de septiembre aproximadamente.
